Comunidad Mariscal Sucre

Los niños de Mariscal Sucre

«Acabo de ver un venado con mi tío, pero tranquila, mientras él fue por la escopeta, yo y los otros niños lo hemos asustado y ya se ha ido a la selva, lo hemos salvado.»

Recuerdo cuando inicie a visitar la comunidad (asentamiento de colonos mestizos, procedentes de la provincia del Cañar), mi hijito experimentaba sus primeros días en la escuela y se me pegaba como una garrapata sin querer quedarse con los otros niños ni con la maestra. Después de un tiempo decidí que era un buen espacio para compartir nuestra idea de la conservación y sembrar en aquellas hermosas cabecitas -que a esa edad son como esponjas- la idea de proteger el espacio en que vivimos y luchar por una ambiente sano y feliz.
Recuerdo que lo primero que enseñe fue a conocer sobre los animales amazónicos que vivían en nuestros bosques, y cuando digo nuestros, no solo me refiero al espacio que cuidamos como Centro de Conservación sino a los remanentes de bosque que también poseen las familias de esta comunidad. Nunca olvidaré cuando pregunté si conocían a la guatusa (un roedor amazónico), un chico responde contando que el fin de semana había ido con su tío a cazar y preparado una rica comida. Para ese entonces mi pensamiento y conocimiento habían madurado, comprendía claramente que la selva era la fuente de alimento y medicina para los pueblos que la habitan (principalmente para los originarios) y que milenariamente la cacería, recolección y aprovechamiento de los recursos naturales era una práctica existente sin detrimento significativo de la naturaleza. Fue el desarrollo del capitalismo y la ambición del hombre la que trajo consigo tristeza y sufrimiento para nuestros pueblos, suceso que inicio tal vez con la conquista, donde empezó a forjar la riqueza y la acumulación de capital con sangre y lodo. Ahora son el monstruo del extractivismo y la visión de la selva como “mercancía verde”.

Bueno, volviendo al tema, fue interesante y muy hermoso compartir mi tiempo con los niños, hablar con ellos de los diferentes animales de la selva, de su función en el ecosistema, de las interrelaciones e importancia de conservarlos y protegerlos; y después de un año de trabajo, un día cualquiera, el mismo chico que me había contado de sus faenas de cacería con su tío viene corriendo hacia mí y me dice: acabo de ver un venado con mi tío, pero tranquila, mientras él fue por la escopeta, yo y los otros niños lo hemos asustado y ya se ha ido a la selva, lo hemos salvado. Qué maravilla, estos son resultados que no se pueden poner en un informe formal, es la propia vida que te regala estos días donde cosechas frutos y te sientes un poquito más feliz. Ya han pasado más de 8 años y hemos dejado ser aquellas personas que llegan a enseñar algo nuevo en la comunidad, para ser parte de la comunidad, a ser orgullosamente “mariscaleños”, a compartir nuestras experiencias, aprender de todos, a luchar colectivamente por nuestros derechos, por nuestra selva, por nuestra felicidad.

(relato: Lucero Mora)

Los niños de Mariscal Sucre

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